Zapatos plateados de tacón lucían su
corto e inocente vestido blanco; colgante de plata con una media luna relucía
en su escote, y aquellos labios rojo mate resaltaban su tez blanca y su larga
melena rubia, ligeramente despeinada.
Tan solo bastaron cinco segundos
para comprobar que no era perfecta. Su torpeza apareció y me saludó: el tacón
de aguja de su zapato plateado derecho quedó atrapado en un diminuto hueco del
suelo de piedra ya desgastado de aquella céntrica calle de la ciudad de Berlín.
Se partió, y ella tropezó, y al mismo tiempo que perdió el equilibrio, el
Iphone blanco que sostenía su mano derecha salió disparado y cayó frente a mis
pies.
Rápidamente cogí el móvil, me
acerqué a ella, le ofrecí mi mano para levantarla, y tras ello, le devolví el
Iphone.
- Geht es dir gut?- pregunté. Sus enormes
ojos azules me miraron sorprendidos, y sus mejillas se ruborizaron.
- I don't speak German.- contestó con voz temblorosa, y entonces, comencé a sonreír porque tenía el presentimiento de que aquella chica podría ser de aquel país que tan gratas vivencias me trajo. Pero solamente era pura intuición, debido a ese acento tan hispano que delata al segundo, aunque no tardé en salir de dudas.
- Are you okay?- Ella estaba
empezando a ruborizarse. Comenzó a susurrar palabras que no llegué a entender,
pero sabía que habían sido pronunciadas en castellano.
Sin ni siquiera pensarlo, salió de
mi boca un «¿perdona, decías algo?». En ese momento su rostro cambió de color. Sus labios no lograban articular palabra. ¡Acerté!
Una inocente carcajada se abría paso
ante el silencio. Ella, también comenzó a reír; los nervios y la tensión iban
quedándose a un lado.
- Me llamo Carla.- Pronunció con
firmeza.
- Soy Matteo.- Enuncié con una leve
sonrisa, mientras extendía de nuevo mi mano derecha, esta vez, a modo de
saludo. Carla, ...