domingo, 22 de enero de 2017

La habitación

Cuánto dolor sufren aquellos novios que tras tocar el sol en un fin de semana, les toca bajar a la tierra, decirse adiós (de nuevo) y volver a la rutina. 

Sé que es duro, lo sé por experiencia y porque ella se acaba de quedar allí, en nuestro sol; en esa habitación que nos supo a gloria; en esa habitación que nos vio tocar el cielo y lo que no lo es. 

Y mientras este autobús me aleja de ella, sé que probablemente estará llorando, tumbada en su lado de la cama de aquella habitación que seguramente ahora, 
sabe a dolor. 

jueves, 19 de enero de 2017

En mi cabeza

No sé cuál es la fuerza que surge cuando nuestros cuerpos están cerca, pero sé que es tenerte cerca y empezar a temblarme las piernas; te beso y mis tripas rugen (y no de hambre, sino por tí); te sientas en mis piernas, me miras, y todo el ruido y lo que habita en mi mente, desaparece. 

Pulso el botón REC en mi cabeza; se empieza a grabar cada palabra, cada beso, cada suspiro, cada detalle, cada décima de segundo que estoy a tu lado. 

Desde la distancia, y a cada instante, recuerdo aquellos momentos y sonrío, después te echo de menos, me pongo triste y pienso que en pocos días o incluso en horas te volveré a ver, y entonces vuelvo a sonreír.

Me he dado cuenta de que solamente necesito que estés junto a mí.
Quiero volver a verte y decirte: 
«Dame tu mano, pero no me sueltes».


martes, 3 de enero de 2017

Llegó enero, y con él las decepciones

No ha terminado el 1 de enero y ya me he llevado la primera decepción del año. Siento rabia por ser como soy; iluso, confiado, y al fin y al cabo, un ingenuo. 

No sé si ha sido ella la que se ha equivocado o fui yo quien lo hizo, por arriesgarme y adentrarme en una vida que aún tiene capítulos sin terminar. 

Yo siempre he sido desconfiado y miedoso en lo que respecta al amor. Nunca vi ni sentí un corazón que fuese compatible al mío, nunca, pero sabía que tarde o temprano aparecería el corazón adecuado o al menos ese que provocara taquicardias al mío. A día de hoy, parecía haberlo encontrado. 

Ahora mismo solo puedo escuchar "Me gustaría" en bucle, tal vez, Ojeda pueda ayudarme.




No, no ha podido hacerlo, o al menos como yo quería. No soy capaz de mirarla, pero tampoco de decirle adiós, aunque me duele no hacerlo, ya que una parte de mí cree que he de dar ese paso. 

No puedo dormir, son las dos y diez de la mañana, y aunque ya es día dos, la rabia sigue dentro, y es que me cuesta creer que sus primeros besos del año no fueran para mí, y duele, mucho.

Me es inevitable recordar mi primer post aquí; vuelvo a sentir esa misma sensación, y aquella pregunta regresa de nuevo. 

¿Qué hago? No sé qué hacer, joder.

lunes, 2 de enero de 2017

Espinas

Aún me duele 
que su primer beso del año 
no fuera para mí,
pero más me duele
que no se acordara de mí.