Nueve de la mañana del segundo lunes de agosto, cojo el móvil y miro Twitter;
«El amor es para valientes», es la frase que contiene el primer tweet que mis ojos observan. Es entonces, cuando de forma inconsciente sale de mi boca una sola palabra: cobarde.
«El amor es para valientes», es la frase que contiene el primer tweet que mis ojos observan. Es entonces, cuando de forma inconsciente sale de mi boca una sola palabra: cobarde.
Hasta ese momento no me había parado a pensar en dos caminos que tenemos para elegir en ciertas ocasiones; el camino de la valentía y el camino de la cobardía. Lo sencillo, es tomar la última dirección y recorrer el camino impasible, siendo incapaz de afrontar esa dificultad que tu cabeza o tal vez tu corazón, creen que no lograrás. Pero, ¿De qué sirve vivir si no sabemos vivir?. Aunque hay circunstancias que nuestra cabeza no es capaz de afrontar, tal vez, porque está segura de que no podremos alcanzar el objetivo o simplemente, por miedo a hacerlo.
Lo difícil pero atractivo (al menos para mí) es tomar la otra dirección. Elegir el camino que te llevará a la superación, al éxito, a la felicidad y quizás al fracaso, pero como dicen por ahí «quien no arriesga no gana».
He de decir que éste, es un camino que mi cabeza conoce a la perfección, pero no podrá decir lo mismo mi corazón. Tal vez sea defecto de fábrica o que la cobardía es el aliado perfecto de la timidez, en lo que al amor se refiere. Yo apostaría por la segunda opción.
Creo que ya va siendo hora de enfrentarme a estos dos abusones, y bueno, aún es lunes ¿qué mejor día para empezar a cambiar las cosas?
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