viernes, 17 de junio de 2016

Con fecha de caducidad

No tengo ni idea de por qué el destino siempre me depara el mismo fin. Parece ser que mis historias de «algo» que ya no sé si es amor, tengan fecha de caducidad, y es que, cuando menos lo espero... el amor me da la espalda.

Y precisamente ahora, cuando mi mar está en calma, una intensa duda se acurruca entre mi pecho; ¿Soy yo, o es que no estoy hecho para amar? Por más que pienso no logro encontrar una respuesta.

La verdad es, que siempre soy yo el que termina peor de los dos, quizás siempre sea el más débil o el que ama un poco más, no lo sé.

Ahora vivo con heridas en forma de cicatrices, y solo me queda mirar al frente y ver esa botella vacía, sin una gota de ron que me ayude a olvidar ese mal sabor de boca que me dejaron sus labios cuando pronunciaron un gélido adiós, mientras su mano derecha sostenía una maleta llena de recuerdos e ilusiones que se fueron. 

Sí, se marcharon contigo.

Tal vez nunca leas o escuches estas palabras, pero si lo estás haciendo, te deseo que encuentres a esa persona que consiga conmover a tu caprichoso corazón, que hasta ahora nadie ha logrado seducir. Y podrás amar, al menos, una décima parte de lo que yo te amé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario