miércoles, 17 de julio de 2024

Nuevos caminos

Un verano más en el que las noches no me sirven para dormir, así que, me pongo los auriculares y recurro a la música, pero de repente, he sentido un flashback y he recordado todas aquellas madrugadas de verano que dedicaba a escribir en este pequeñito rincón. En ese instante, me han entrado ganas de iniciar sesión en este diario y leer algunas de las entradas que escribí. Me he emocionado un poquito al leer alguna de ellas; mis pulsaciones han subido y, a la vez me he entristecido por tenerte abandonado.

Mi curiosidad me ha llevado a ver las estadísticas, y me ha sorprendido ver que alguien, después de tanto tiempo, pueda leer mis locuras y verdades. Sinceramente, me ha hecho ilusión y a la vez me intriga saber quién habrá detrás de la pantalla (si no te incomoda, te animo a escribirme).


Han pasado años desde la última vez que me desahogué por aquí, y ahora, a las 4:56 de un miércoles de julio, mientras escucho en bucle 'Cicatrices', aquella canción que desde aquel verano jamás volví a escuchar, siento ganas de volver a desahogarme. No tengo mucho que contar, o quizás demasiado.


En este tiempo, mi trabajo me ha llevado a vivir en lugares increíbles de Andalucía, como Granada, Sevilla, Cádiz y Huelva. Quizás hayan sido demasiados sitios para dos años y medio, pero la vida corre deprisa, y ser profe es lo que tiene.


A veces he sentido ganas de volver a este diario, y en todo este tiempo, aunque no lo creas, mi corazón no ha  logrado ilusionarse por nadie, pero tampoco lo busqué ni lo necesitaba, porque aquellas "personitas" con las que me he cruzado en estos cursos me han hecho sentirme la persona más feliz del mundo. Jamás hubiese pensado que daría mil abrazos espontáneos y de verdad, ni que aprendería tantísimo de mis niños y niñas, ni tampoco que se me iba a partir el alma cada vez que me despedía de un cole y veía lágrimas en la mirada de algunos de ellos.


Siempre he dicho que soy más yo cuando estoy con ellos que cuando estoy con adultos, y eso ha hecho que enseñar en el cole me haga disfrutar y sentir que ellos y ellas se sienten seguros conmigo y motivados a seguir avanzando. Es duro llegar a un cole y ver a algunos con miradas vacías y desmotivadas; niños y niñas sin ganas de ir al cole y sin ganas de aprender. Sé que mi yo de diez años me ha dado una varita mágica para conseguir lo "casi" imposible con esos niños, y si pudiese cruzarme con él, estaría orgulloso del profe que soy.


Todo sucede por algo, y si yo, cuando era alumno, hubiese tenido una trayectoria bonita y ejemplar, seguramente no hubiese sido capaz de llegar a esos niños. Yo era como ellos, y lo que no hicieron conmigo es lo que hoy, con ganas infinitas, intento hacer.


Nunca había hablado aquí sobre esto, y quizás esta no sea la entrada más bonita ni emotiva, pero me siento tan feliz de poder haber podido vivir esto que necesito dejarlo escrito. Y si alguna vez pierdo la motivación y la ilusión, volver a leerlo me hará sentir vivo y con ganas de nuevo.


P.d.: Prometo venir y escribir más por aquí durante este verano.